La compañera de María Camila Osorio en la hazaña alcanzada en la Copa Billie Jean King de tenis es una joven antioqueña de 24 años, quien ha logrado superar numerosos obstáculos para construir una carrera que la mantiene entre las mejores tenistas del mundo.
Emiliana Arango, la compañera de dobles de la cucuteña María Camila Osorio en la conquista de la Billie Jean King, en Bogotá, nació en Medellín, el 28 de noviembre de 2000, es decir cumple esta semana 24 años.
A los 16 años, recibió un wildcar para el cuadro principal de la Copa Colsanitas, en la que perdió en primera ronda con quien lograra el título, la tenista estadounidense-ecuatoriana Irna Falconi.
Un año después, cuando estaba ubicada en la posición 520 de la WTA, logró dos victorias ante rivales clasificadas entre las 100 primeras del ranking de la WTA, la primera, ante la uruguaya Verónica Cepede Royg, en primera ronda, y la segunda, ante la italiana Jasmine Paolini -quien años después alcanzaría el cuarto puesto del raking mundial-, resultado que le permitió a Emiliana alcanzar los cuartos de final, de dicho torneo.
Ese despegue como un cohete fue frenado bruscamente en los años siguientes, por varios factores. En 2018 -cuando figuraba 111 en el ranking de la WTA- sufrió una fuerte lesión durante su enfrentamiento con la eslovaca Anna Karolina Schmiedlova, que la marginó del tenis durante seis meses. En esa oportunidad declaró a los medios de comunicación: “Fue realmente una lucha, no fue divertido. Me sentí muy mal durante mucho tiempo allí. Incluso cuando jugaba sentía dolor. Me tomó un poco de tiempo sentirme fuerte. Y me quitó la diversión del juego. No podía darme la vuelta, no podía. No golpeé mi derecha como quería. Estaba muy insegura y no era una buena sensación”.
Debido a su ausencia de las canchas, en agosto de 2019, Emiliana Arango descendió por debajo de la casilla 500 de la WTA.
Cuando comenzaba su recuperación y empezaba de nuevo a jugar muy bien, apareció el segundo obstáculo, el COVID 19, que alteró todas sus rutinas y la envió más abajo de la posición que venía ocupando en el ranking mundial.
En 2021, cuando estaba ubicada en el puesto 235 y el COVID empezaba a ser controlado, otra lesión, en una de sus rodillas, la volvió a sacar de la escena deportiva, la hizo descender hasta la posición 444 y le generó mucha más inestabilidad que la que tenía por las dos circunstancias anteriores.
Siete meses después, Emiliana Arango retornó a las competencias con muchos temores e inseguridades. Recordó que en sus comienzos, sus condiciones eran enormes y su proyección imparable, y entendió que si alguna vez lo fue podría volver a serlo, por su propia naturaleza y por experiencias y los golpes acumulados.
Entonces descubrió a una nueva Emiliana Arango, que supo convertir en oportunidades todos los desafíos y posibles fracasos anteriores, es decir, descubrió que era una mujer resiliente, capaz de vencer dificultades físicas y mentales, por muy fuertes que fueran. “He soportado todo eso y todavía puedo trabajar muy duro y salir a llevar mi juego a niveles más altos y esforzarme por ser mejor”.
Dos factores influyeron en ese renacer: el apoyo de su familia, especialmente de su mamá, Juliana, y el cambio de dinámicas para evitar que regresaran las lesiones.
Corrían las últimas semanas del año 2022, y Emiliana Arango volvió a la escena del tenis internacional, con mayores bríos, para seguir aquella carrera que se insinuaba en sus primeros tiempos.
En el 2023 logró algunas victorias, por ejemplo en la fase previa del Gran Slam en Roland Garros, en Wimbledon y en el US Open, pero debió esperar todo el año para empezar a recoger la siembra económica, lo que significó para ella y para su familia un gran sacrificio económica, que volvió a probar su resiliencia y el gran amor que los unió, alrededor de la única deportista de su núcleo familiar.
Vida paralela con su compañera María Camilia
Su carrera coincidió con la de una jovencita cucuteña, con quien había jugado cuando tenía ocho años: María Camila Osorio, quien había logrado escalar posiciones en el mundo del tenis de una manera sólida, hasta convertirse en la número uno de Colombia.
Residenciada en Miami, con su mamá, Emiliana siguió recuperando el tiempo perdido por las lesiones y por el COVID. “Jugamos un torneo junior en Colombia y nos enfrentamos en la final. No había oído hablar de ella, pero todos me decían: ‘Oh hombre, vas a perder, es tan buena que no tienes idea’. Recuerdo haber dicho: ‘No tengo idea de quién es esta chica, pero no voy a perder’. Simplemente tenía en mi cabeza que no había manera y la vencí esa vez. Entonces obviamente seguimos jugando, crecimos juntas. Ha sido muy divertido. Ella es muy tranquila y muy divertida. En la Billie Jean King Cup siempre lo pasamos bien. Me encanta lo bien que le está yendo a Camila, estoy súper feliz por ella. Y realmente espero que pueda encontrar su mejor nivel; no creo que lo haya encontrado todavía y creo que tiene más para dar”. (Entrevista en Infobae).
Tarde o temprano las dos mejores tenistas colombianas terminarían unidas en causas como la Copa Billie Jean King, equivalente al mundial de fútbol, en el cual lograron la victoria ante Francia, que las tiene en la cima del reconocimiento internacional.