La semana pasada falleció en Cartagena el ex atleta Freddy Gutiérrez Hernández, integrante de la dinastía que iniciara su padre, Campo Elías Gutiérrez, uno de los pioneros de Colombia en los Juegos Olímpicos, en la celebración de 1936. Freddy participó en los Olímpicos de Tokio, en 1964, con una marca mínima de 10.3, en los 100 metros, que estuvo vigente por 30 años.
Por Alberto Galvis Ramírez
Director de la Revista Olímpica y Presidente de la Academia Olímpica Colombiana.
Corría el primer semestre de 1936. Apenas se estaba creando el Comité Olímpico Colombiano y ya seis atletas, tres de ellos de la región Caribe y los demás del centro del país, habían obtenido sus respectivos cupos, para una aventura que, con seguridad, no valoraron lo suficiente, por el desconocimiento del magno certamen y del propio deporte que practicaban, pero que los convertiría en los más auténticos pioneros del deporte colombiano.
Campo Elías Gutiérrez (foto) era uno de ellos, un joven cartagenero especialista, o mejor, aficionado al lanzamiento de jabalina, quien obtuvo su cupo a los Juegos Olímpicos Berlín 1936, el 6 de junio de ese año, en el Hipódromo-Estadio de Bogotá, ubicado en el sector de Galerías.
El grupo de expedicionarios colombianos -conformado, además, por José Domingo El Perro Sánchez, Hernando Navarrete, Pedro Emilio Torres, Pedro del Vechio y Hugo Acosta- viajó, vio y… aprendió, porque sus capacidades no eran las suficientes para responder a semejante nivel del certamen, que en esa oportunidad consagró al estadounidense negro Jesse Owens, ganador de cuatro medallas de oro, con las cuales abofeteó al dictador nazi Adolfo Hitler, enfermo por demostrar la superioridad de la raza aria y su odio a los judíos y a los negros.
Campo Elías (foto) regresó al país, continuó con el atletismo y se consagró como uno de los mejores en esa época pionera del deporte colombiano, en la cual nació el COC.
Campo Elías contrajo matrimonio con Rosa Hernández, con quien tuvo ocho hijos: Hernando, Gustavo, Manuel, Campo Elías Jr., Guillermo, Freddy, Alma Rosa, Carmen y Joaquín, quienes crecieron con el privilegio de vivir en una casa con pista de atletismo incluida, por cuanto su padre fue durante muchos años el administrador del estadio Pedro de Heredia, (hoy “Jaime Morón”), de la Heroica, y vivían en un rincón del escenario. Hijo que nacía, casi literalmente saltaba de la cuna a la pista atlética del escenario, que pasaba frente a la puerta de su casa, en la que aprendía a caminar y a jugar, mientras crecía.
Todos sus hijos, menos Carmen, fueron deportistas, y todos ellos, menos uno, practicaron el atletismo y fueron figuras en los años sesenta del siglo pasado: Gustavo, en los lanzamientos de disco y de la jabalina; Freddy, en los 100 metros planos; Guillermo, en los 100 y 200 metros; Manuel, en los 110 metros con vallas y en los saltos largo y alto, y Alma Rosa, en los 100 y 200 metros planos. El menor, Joaquín, fue el más famoso de la familia, pero en el béisbol, pues jugó y fue figura en Las Grandes Ligas de Estados Unidos, con Los Medias Rojas de Boston, Los Orioles de Baltimore y Los Filis de Filadelfia.
Freddy y su marca
Hace 15 días partió hacia la eternidad Freddy, luego de escribir una página gloriosa en el atletismo colombiano, entre 1960 y 1970, década que marcó un importante desarrollo del deporte base colombiano, gracias a las denominadas “generaciones espontáneas”, conformadas por talentosos, disciplinados y luchadores deportistas, como los antioqueños Álvaro Mejía Flórez (semifondista), Jaime Uribe (velocista); Migdonio Palacios (velocista) y Parmenio Restrepo (garrochista); los vallecaucanos Pedro Grajales (velocista), Leonel Pedroza (velocista), José Gregorio Neira (semifondista), Hernando Arrechea (velocista), César L. Quintero (saltador de alto), y Elsy Rivas y Juana Mosquera (velocistas); los santandereanos Humberto Gutiérrez (velocista), Pedro Arciniegas (lanzador) y Pedro P. Cárdenas (fondista), y los bolivarenses Dagoberto González (lanzador) y Jaime Pautt (saltador), entre otros.
En esa época, Bolívar conquistó el título nacional de atletismo, en varias oportunidades, derrotando a la gran potencia, el Valle del Cauca, con un grupo de atletas del cual formaban parte cuatro integrantes de la Dinastía Gutiérrez: Manuel: en los saltos alto, largo y triple; Gustavo, en el lanzamiento de disco; Hernando, en los saltos largo y triple; en el lanzamiento de la jabalina y en el decatlón, y Freddy, en los 100 y 200 metros planos, y en los dos relevos, de 4×100 y 4×400.
Freddy logró trascender, por su clasificación y participación en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964 y por el significado de su más importante marca.
Su historia comenzó durante los chequeos para buscar un cupo en la delegación colombiana que participaría en ese certamen. Cuando sonaban los nombres de Mejía, Neira y Grajales, como fijos, este joven cartagenero, de casi 1.80 metros de estatura se les adelantó, al establecer un registro de 10.3 segundos en los 100 metros, nueva marca nacional y cupo para Tokio 1964.
Después de lograr esta hazaña, Freddy Gutiérrez debió alcanzar otra: buscar los recursos para participar en los Juegos Olímpicos, porque en la época había muy poco apoyo estatal para los deportistas colombianos, inclusive en sus participaciones en el certamen ecuménico, como son los Olímpicos. Curiosamente fue el boxeador más famoso de la época, Bernardo Caballo, también cartagenero, quien en un desprendido acto de suprema solidaridad organizó una pelea de exhibición, que permitió recaudar los dineros necesarios para que su amigo estuviera presente en la capital nipona.
En los Juegos, Freddy no pasó de la primera ronda, pero sumó más experiencia para su carrera como atleta, que puso al servicio de los jóvenes velocistas que le sucedieron.
A partir de su regreso, Freddy Gutiérrez, sencillo, jovial y dicharachero, lograría conservar esa marca durante 30 años, para convertirse en el primer gran referente de la prueba reina del atletismo. Su marca fue superada el 22 de noviembre de 1994, por el también vallecaucano Robinson Urrutia, en los Juegos Odesur (Juegos Suramericanos), en los cuales logró 10.24, en Valencia, Venezuela
Freddy Gutiérrez se mantuvo como el mejor velocista de Colombia durante varios años y al comenzar la siguiente década se fue a vivir a Miami, Estados Unidos, contrajo matrimonio y tuvo cuatro hijos: Freddy, Hernando, Albert y Pattie.