El taekwondista antioqueño, campeón panamericano juvenil, campeón de los Juegos Bolivarianos de Santa Marta 2017 y de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018, y primero en el ranking nacional, fue el abanderado de la delegación colombiana para los Juegos Bolivarianos del Bicentenario de Ayacucho 2024.
Por Mariana Primero Caviedes
Periodista del Comité Olímpico Colombiano
“Amor a primera vista” son las palabras que utilizó Isaac, para definir lo que sintió por el deporte que logró conquistarlo completamente desde los comienzos de su vida, el Taekwondo, aquel que le permitió conocer el significado de la constancia, disciplina y pasión desde que era un niño.
Con tan solo cuatro años, el pequeño Isaac sintió “una conexión inmediata” por este deporte, a pesar de que tuvo la oportunidad de experimentar con otras artes marciales como el judo o el karate, pero ninguna de estas generó las sensaciones que el taekwondo sí. Aún sin saber identificar qué era lo que lo diferenciaba de las otras disciplinas, este fue el deporte que le despertó las ganas de convertirse en un gran atleta.
Sentimiento que empezó a desarrollar a mediados del 2004, cuando ingresó a la Liga Antioqueña de Taekwondo, a la cual le concede los honores de ser el lugar donde inició su historia como taekwondista colombiano. Tiempo después empezó a estudiar la primaria en el colegio de la UPB, donde había un club de este deporte en el cual continuó su proceso deportivo, haciendo las dos modalidades; combate y poomsea, siendo esta última en la que se especializó y en la que actualmente continúa su camino.
En medio de sus ganas por crecer en el deporte y alcanzar cada vez más sus objetivos, logró ingresar a la Selección Antioquia, donde alcanzó su primer triunfo nacional como cinturón azul, en Bogotá. Además de convertirse en un momento inolvidable tras conquistar ese primer título, Isaac recuerda que fue un día en el que su entrenador Oscar Willington Ortiz, quien actualmente continúa guiándolo como atleta, le comentó por primera vez que existía algo que se llamaba Juegos Nacionales, resaltándole la importancia de estos, sus palabras marcaron a el pequeño Isaac, y desde ese momento, este certamen deportivo se convirtió en uno de sus más grandes sueños… consagrarse campeón nacional.
Antes de alcanzar dicho sueño, Isaac Mateo se convirtió en cinturón negro en el año 2011 y compitió el Panamericano Juvenil en La Vegas, siendo este su primer certamen internacional, en el cual quedó campeón. Un logro que lo motivó a continuar cosechando triunfos para su crecimiento deportivo y personal.
Para el año 2019, llegó el gran momento, en el cual consiguió cumplirle al pequeño Isaac soñador, el título de campeón nacional, siendo este parte de su mejor temporada deportiva, recordando que antes de esa a época, venía de una racha de no tan buenos resultados, por lo cual no estaba cerca del ranking nacional, después de pasar de juvenil a mayores. En el año 2017, quedó campeón de los Juegos Bolivarianos de Santa Marta, iniciando con ello, una excelente temporada, en la que logró ser doble medallista de oro de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018 y ocupó el primer puesto del ranking nacional.
Isaac resalta que así como tiene presente cuál ha sido su mejor temporada, también es consciente del año más retador para él, pues recordó que los Juegos Nacionales del Eje Cafetero 2023, fue un evento que lo movilizó demasiado, durante todo el proceso de entrenamiento y después de los Juegos, pues venían de tener excelentes resultados, de ocupar el puesto número uno a nivel nacional, ganar un abierto en parejas del área panamericana en Brasil, conseguir un triunfo en Costa Rica, y con esto un conjunto de victorias que, además de causarle confianza en si mismo, también le generó una presión que lo terminó afectando más de lo normal y esto entorpeció su proceso para los Juegos. A nivel mental le hizo una mala pasada y no le permitió lograr lo trazado.
“Cometí un error que me costó la medalla de oro”, comentó sobre la final que disputó y resultó subiéndose al tercer lugar del podio en la modalidad individual, aunque en parejas si lograron ganar la medalla de oro, no resultó siendo lo esperado, lo que tuvo sus afectaciones para su desempeño en el 2024, puesto que sus pensamientos resultaron abrumándolo, sin permitirle avanzar, sin embargo, ha estado gestionado esta situación y afirma que debe “pasar la página para seguir trabajando”.
Todavía hay mucho por hacer, muchas más oportunidades como los Juegos Bolivarianos de Ayacucho 2024, lo que es una ocasión muy especial para Isaac, razón por la cual se ha preparado demasiado a nivel mental para aprovechar esta oportunidad, en la cual fue elegido como el abanderado, lo que considera como un honor muy grande y una ocasión muy especial: “Siento que el Isaac chiquito, no se hubiese imaginado que en algún momento iba a ser el abanderado de unos juegos multideportivos como Selección Colombia. Si yo tuviese la oportunidad de ir a decírselo, pues creo que se moriría de la felicidad y del orgullo”.
El mismo orgullo que también sienten cada una de las personas que han sido indispensables durante los pasos que ha dado Isaac en su proceso deportivo, aquellos que lo han acompañado desde que era un pequeño soñador hasta hoy día que ha hecho de todos sus anhelos, una realidad. Personas como su maestro Juan Carlos Muñoz, quien lo formó en el taekwondo o como su tía Carolina, y su abuela Silvia, quienes lo llevaban a entrenar todos los días, durante muchos años, caminando hasta el estadio Atanasio Girardot, esperando a que él entrenará para después regresarse en la noche juntos “no había un solo día en el que ellas no me acompañaran”.
Un apoyo incondicional que motiva a diario a Isaac, para continuar su camino como atleta, procurando recordar que no puede permitir que sus sueños se conviertan solo en obtener el resultado sino “tratar de ver otra vez desde los ojos de ese niño pequeño que hacia las cosas porque las disfrutaba un montón” y así permitirse vivir cada momento del proceso, divertirse y seguir sumando victorias a su historia de vida.