Myriam Guerrero, “Lilo” Zapata y Amparo Maldonado abrieron el camino a pesar de escuchar siempre lo mismo: “El fútbol no es cosa de mujeres”.
“El fútbol no es cosa de mujeres”. La frase todavía puede escucharse, aunque mucho menos que hace algunas décadas, cuando era moneda corriente no sólo entre los varones que querían que el deporte más popular del mundo les perteneciera exclusivamente a ellos, sino también entre muchas mujeres que creían en ese monopolio.
Esa frase maldita, tuvieron que escuchar, a lo largo y a lo ancho del mundo, niñas y adolescentes que disfrutaban del mismo juego que sus hermanos, sus vecinos o sus compañeros de escuela. Y no hay futbolista que haya desarrollado su carrera en el universo de las ligas femeninas que no cite esas palabras como uno de los principales obstáculos para desarrollarse en una disciplina que, desde lo cultural, se ocupó de expulsar mujeres durante décadas.
En cada país hay algunas exponentes del fútbol femenino que batallaron especialmente contra esa afirmación que las pretendía fuera del campo de juego. Enfrentar ese obstáculo doloroso y poderoso las convirtió en referentes y, sobre todo, en figuras históricas: lograron nada menos que abrir un camino cubierto de dificultades. Eso convierte a cada una de esas exponentes en pioneras de un deporte que hoy parece mucho más accesible -aunque nunca del todo- para las niñas y adolescentes que quieran practicarlo y que por estos días están atentas a cada partido de la Copa Mundial Femenina de la FIFA que se lleva a cabo en Australia y Nueva Zelanda.
Colombia no escapa a ese fenómeno: sus pioneras tienen nombre y apellido. Una de ellas es Amparo Maldonado, arquera de un partido que las investigaciones históricas ubican como punto de partida para los primeros torneos de alcance cada vez más nacional en el país. Fue un partido exhibición que se jugó en Cali en 1971 y del que la propia Maldonado recordó en alguna entrevista: “Nos decían ‘marimachas’, pero gracias a nosotras se empezaron a hacer torneos interligas y se empezaron a sumar más mujeres”.
El rol de Amparo fue clave sobre todo como formadora de futbolistas en un país en el que, recién dos décadas después de esa exhibición, se jugaría el primer campeonato nacional interclubes y habría que esperar hasta 2017 para que se llevar a cabo una primera edición de la liga profesional de fútbol femenino.
El nombre de Liliana Zapata -“Lilo” es el apodo por el que todos la conocen- también está escrito en la tradición histórica del fútbol femenino colombiano. Como Maldonado, su rol como jugadora fue importante pero su rol como formadora de otras jugadoras fue imprescindible.
En primer lugar, porque se ocupó de organizar campeonatos de manera autogestiva, pero sobre todo desde que decidió fundar el club Formas Íntimas, que desde hace años sostiene una alianza con el Deportivo Independiente de Medellín y participa por esa vía en la liga profesional del fútbol femenino colombiano.
Formas Íntimas, de la mano de “Lilo”, se convirtió en un club cada vez menos aficionado y cada vez más competitivo, y bajo la premisa de que cada futbolista debía involucrar a su familia en su desarrollo deportivo y debía también continuar sus estudios académicos, el club ha formado a jugadoras que ahora mismo disputan la Copa Mundial de la FIFA, como Catalina Usme y Daniela Montoya. Nada menos.
Tuvieron que pasar décadas de, incluso con el fútbol femenino ya institucionalizado, estar relegadas en el apoyo económico, la divulgación de su actividad, la organización de equipos y de torneos. Las futbolistas colombianas, como las de muchos otros países, tuvieron que acostumbrarse a que la indumentaria y el calzado no estuviera o fuera considerablemente peor que el disponible para varones. Tuvieron que acostumbrarse también a entrenar siempre de noche, siempre con más frío, siempre al filo de tener que juntar entre todas la plata para pagar por la iluminación del campo de juego.
Tuvieron que arriesgarse en sus carreras laborales o académicas porque jugar un partido de fútbol, aunque fuera oficial, no era motivo suficiente para que una jugadora obtuviera una licencia en el trabajo o en la universidad. Y como las mujeres futbolistas de buena parte del mundo, tuvieron que hacer crecer su juego, su físico y su carrera en torneos de varones o, en el mejor de los casos, mixtos, hasta que finalmente lograron construir sus propios certámenes.
Pero ahí estaban las pioneras para resistir todos esos desafíos y seguir construyendo el camino del fútbol femenino colombiano. Ahí estaba, como Maldonado y Zapata en cada una de sus épocas, Myriam Guerrero, a quien la historia convertiría en la primera capitana de la Selección Colombia y también en, hasta ahora, la única mujer en dirigir técnicamente al equipo nacional.
“Capitana Eterna” es la forma en la que Guerrero es conocida hasta hoy. Tiene detrás de su nombre una historia de las de abrir caminos: fue, durante su paso por la universidad, impulsora del primer torneo femenino interuniversitario y fue, por los dotes que mostraba como futbolista, elegida como uno de los dos deportistas que viajaron a la Moscú soviética con una beca conseguida por el cónsul colombiano en la URSS para formarse como especialista en fútbol en el Instituto Central de Educación Física de Moscú. Corría 1987. Faltaban once años para que Guerrero liderara como capitana la primera Selección Colombia oficial -aunque no profesional-, que jugaría en el Sudamericano de Mar del Plata en 1998.
Sus nombres se inscribieron en la historia porque llevaron, de distintas maneras, el fútbol femenino hasta donde nadie lo había llevado. Y en todos los casos -y tal vez esto sea lo más destacable-, esos límites que fueron rompiendo impactaron no sólo en sus trayectorias individuales sino también en el camino que se abría para sus contemporáneas y para las que vendrían después.
Maldonado, “Lilo”, la “Capitana Eterna”: tres formadoras de futbolistas mujeres de un país que, ahora mismo y para siempre, es la selección sudamericana que más lejos llegó en esta edición de la Copa Mundial Femenina de la FIFA.
Tomado de FIFA.com
Imagen tomada de la Federación Colombiana de Fútbol.