Erika es una deportista que trabaja siempre al ciento por ciento y por eso hay que tranquilizarla y orientarla. Lo de la clasificación a olímpicos lo veo como un primer paso importante en su vida deportiva y estoy segura de que ella puede dar mucho más.
Por Yuri Alvear Orejuela
Doble medallista Olímpica en judo y entrenadora de Erika Lasso. Miembro de la Federación Internacional de Judo
Cuando me enteré de la clasificación de Erika Lasso a los Juegos Olímpicos París 2024 se me vino a la mente la imagen de una muchacha de Jamundí, luchadora y aguerrida, que nunca se dio por vencida, gracias a su energía y a su actitud de estar siempre pendiente de todo.
Y es que Erika sigue la senda que empezó hace ya varios años el profesor Ruperto Guauña, quien también fue mi formador cuando me inicié en el judo, un deporte exigente y para el que hay que tener mucha disciplina. El profe Ruperto siempre nos hablaba del compromiso y perseverancia, y yo como entrenadora exijo lo mismo. Sin lugar a dudas, Jamundí en judo ha sido reconocido en el concierto nacional, por su alto nivel competitivo, lo que nos ha llevado a obtener grandes resultados.
Desde el año pasado ya veníamos visualizando la clasificación a Juegos Olímpicos. Lastimosamente, los procesos a veces no salen como uno los piensa y los tiempos no coinciden. Lo digo porque era importante estar en Europa con Erika desde enero y febrero, cuando se iniciaron los clasificatorios. Por eso tomé la iniciativa como deportista y, con algunos contactos logré que esto fuera posible. Conseguimos varios cupos para estar en el Centro de Entrenamiento de la Federación Internacional de Judo en Hungría, con Erika y otros deportistas.
Hicimos todo lo necesario para clasificar al mayor número posible de atletas, con el apoyo de la Alcaldía de Jamundí y otros entes regionales y nacionales que ayudaron con recursos para este viaje a Europa. Al final, sólo Erika alcanzó la meta de estar en París 2024, pero hay que decir que fue una tarea monumental. Es importante indicar que Erika hizo un esfuerzo grande para sumar muchos puntos importantes para quedarse finalmente con el cupo.
Como entrenadora siempre tengo presente mi propio proceso como deportista. Por eso les digo a mis dirigidos y dirigidas que todo es posible. Yo les he mostrado cómo puede llegar uno a conseguir medallas olímpicas. Hoy trabajo para que los sueños se vuelvan realidad, y lo más bonito que he podido dejarles es el ejemplo, pues pueden ver lo que he logrado como deportista.
Pienso que el camino que recorrí para llegar a ser medallista olímpica se puede optimizar para las nuevas generaciones con mejores recursos, más preparación y más apoyos, en todo sentido. Para mí no es una sorpresa que Erika haya clasificado. Este año fue quinta en el Gran Slam de París, uno de los eventos más importantes que organiza la Federación Internacional de Judo.
Erika es una deportista que trabaja siempre al ciento por ciento y por eso hay que tranquilizarla y orientarla. A veces es mejor decirle que baje un poco el ritmo al ochenta o al setenta, para conservarla en su integridad. Lo de la clasificación a olímpicos lo veo como un primer paso importante en su vida deportiva y estoy segura de que ella puede dar mucho más.
Erika ha tenido una carga muy alta en los últimos ocho meses, porque el proceso de clasificación se hizo con premura y sabíamos que teníamos que conseguir resultados muy importantes en corto plazo. En este propósito fue decisivo el apoyo de la Federación Colombiana de Judo y del Comité Olímpico Colombiano. También cuenta el hecho que pudiera tener en el proceso clasificatorio internacional un entrenador vallecaucano, el profesor César Vinasco.
A lo de París se sumó la medalla de plata en el Campeonato Panamericano de Brasil. Todo esto implicó que ella no pasara el fin de año con su familia. Ha tenido golpes y lesiones, pero siempre está ahí trabajando, al punto que a veces hay que decirle que debe parar para prevenir lesiones. Siempre tiene una buena actitud a la hora de competir y entrenar.
A París 2024 hay que llegar preparado no sólo física, sino también psicológicamente, y por eso iniciamos este acompañamiento a Erika para fijarnos un objetivo, y eso lo estamos haciendo desde ya. Está trabajando con su psicólogo y con su equipo biomédico, para poder recuperar algunas molestias que se han presentado. Como su entrenadora, yo le he transmitido todas las experiencias que he vivido en Juegos Olímpicos, especialmente, la cabeza fría que hay que tener en este tipo de competencias.
El judo es un arte marcial y un deporte de contacto, y lo que pasó con Erika en los Panamericanos de Santiago de Chile, cuando cargó a una rival lesionada después de un combate, muestra el talante de una deportista que respeta al contrincante. Eso es lo primero que le enseñan a uno en el judo: hay que respetar al rival, porque él es un compañero sin el cual no sería posible este deporte. Obviamente, dentro del tatami hay una competencia, pero fuera hay una amistad, porque el compañero lo ayuda a uno a ser mejor.
Con Erika estoy segura de que tendremos en París toda esa energía que viene de Jamundí y que nos ha llevado muy lejos a quienes comenzamos allí nuestro sueño olímpico.