- ¿Está dispuesto a dejar su familia, su ciudad, su país y todo lo que conoce para ir en búsqueda de su sueño? El miedo es una emoción intrínseca al futuro, la incertidumbre también lo acompaña, pero la pasión por el deporte motor es, para Sara Varón, el mejor combustible que la ayudó a tomar la decisión de radicarse en México y crecer en la división femenina del motociclismo de velocidad.
Por Diego Alejandro Vargas
Periodista del Comité Olímpico Colombiano
Inicia la Carrera
Sara Liseth Varón Urrutia nació rodeada de repuestos, pedales, ruedas, transmisiones, escapes y varias partes más que, en conjunto, conocemos como una motocicleta. Sara inició en el deporte que sus padres, Mariana Urrutia y Julio Varón, también practicaron y la encaminaron.
Precisamente esa comprensión familiar del deporte acompaña, ayuda y guía a Sara en muchos aspectos, pues no es un mundo desconocido: “ellos saben y entienden lo que se siente subirse a una motocicleta”. De esta forma, el sacrificio, la entrega, el carácter y la resiliencia se unen a la mentalidad de la piloto colombiana.
“Mi mamá siempre me recalca que tengo que conseguir mis sueños. Para lograr eso, se necesita sacrificar muchas cosas y pues también se sufre para conseguirlas. Ellos siempre me han ayudado con las decisiones que tomo”, expresa Sara con una mirada tan determinada como sus ganas de triunfar.
Desde que Sara inició en el deporte, cuando tenía seis años, comprendió que los sacrificios hacen parte del recorrido diario para luchar por aquello que anhela. Los inicios, en su natal Ibagué, fueron alejados de los grandes circuitos, de los escenarios deportivos que destacan por su iluminación, el asfalto de alta calidad y la tecnología de punta. Sus primeras experiencias fueron en las carreras callejeras que realizaban en la capital del Tolima.
“La liga del Tolima pide un permiso a la ciudad donde se realiza el circuito, las calles se cierran con vallas y allí competimos por categorías”, con una sonrisa en su rostro, Sara parece recordar aquella mini moto pocket bike en la que inició la carrera más importante de su vida. Sara admite que desde la primera vez que se encontró cara a cara con aquella motocicleta se asombró, todavía más, con el mundo motor.

La primera ocasión en la que Sara aceleró en su moto, germinó una virtud innata, pero desconocida en ese momento. Sin embargo, sólo la práctica y el tiempo le permitieron iniciar en los circuitos. No era únicamente cuestión de talento, la dedicación y el gusto por el deporte aparecieron como factores determinantes para que naciera en Sara el sueño de ser corredora profesional y campeona mundial.
“Fue en mi ciudad, en Ibagué, y en la pocket bike. La primera competencia fue por toda la autopista”, la sonrisa de Sara, al recordar su primer circuito, refleja el extenso recorrido que, a sus 20 años, parece no tener sentido sin su partida a México. Sara expresa que este deporte es de alto riesgo, que no presume de tener tantas facilidades para participar en las carreras, pero, sobre todo, que las oportunidades son contadas.
El Comisario saca la bandera roja
“En Colombia no tuve la posibilidad de asistir a muchas carreras, porque tampoco tenía la capacidad económica. Mis padres me ayudaban con lo que podían, pero no era la idea gastar todo el dinero en las motos. Ellos también tenían su vida, mi hermana también necesitaba lo suyo”, Sara desvía levemente su mirada hacia abajo, asegura que no fue fácil, pero reconoce que son esos retos los que le permiten progresar.
Sara expresa que una ocasión, en la que se salió de su zona de confort, destaca entre las demás. En el autódromo de Tocancipá, la ibaguereña se enfrentó a un gran reto deportivo, las motos con las que se sentía cómoda en competencia, y con las que se proclamó campeona en categorías infantiles, eran de dos tiempos, mientras que en el autódromo las motocicletas que se utilizarían para competir eran de cuatro tiempos.
La principal diferencia entre el motor de una motocicleta de dos y una de cuatro tiempos radica en la duración en la que se completa las cinco funciones del ciclo de combustión (admisión, compresión, encendido, combustión y escape). Para el primer caso, este ciclo sucede en dos carreras del pistón, mientras que en el segundo ocurre tras cuatro carreras.
“Hubo una etapa en la que era muy mala. Me invitaron a una Copa Monomarca, TVS Apache, que era cuatro tiempos. A mí en esa copa me fue muy mal, me daba pena participar. En cada salida que hacía terminaba última, no mejoré en todo el año. En ese momento me pregunté si este deporte realmente era lo mío”, Sara explica que esa ocasión no fue la única en la que dudó respecto a sus capacidades. Con el paso del tiempo, la colombiana se concilió de mejor manera con sus miedos.
“La mentalidad es muy importante. Los miedos son algo que te impiden avanzar. Con el miedo ya no te superas, sino que llegas a un tope. Debes superar tu miedo para escalar, para acelerar y para progresar. Porque en cada curva te vas a arriesgar y necesitas enfrentarla para mejorar”, Sara explica con firmeza que la mentalidad no sólo se refleja en el circuito, también hace parte de las decisiones cotidianas que marcan su camino.

La pole position es colombiana
De esta forma, los sueños de Sara necesitaban dar un paso más allá que en Colombia no podía encontrar. La ibaguereña viajó a México, por primera vez, en el año 2018: “La Copa Italika me abrió las puertas a mi carrera deportiva. Comencé a correr en una moto cuatro tiempos, era una Vort-X 650 italika y me fue muy bien”, Sara hace referencia a la Italika Women’s International Cup. Por aquel entonces, esta competencia fue la primera Copa Mundo femenina monomarca en la historia del motociclismo de velocidad.
La Italika Women’s International Cup es un proyecto deportivo que se creó gracias Italika Racing. Este certamen es un puente internacional para impulsar y proyectar a las corredoras y al motociclismo deportivo. La primera edición de la competición se realizó en 2018, por aquel entonces se presentaron 39 corredoras, nueve de ellas colombianas. Sara Varón se adjudicó el sexto lugar en aquella inolvidable experiencia.
Con el crecimiento y el progreso, los viajes de Sara a México fueron cada vez más recurrentes y, consigo, los frutos del esfuerzo estaban presentes: “En el 2019 yo gané mi primera carrera aquí en México, eso me ayudó a comprender que sí tenía un potencial, pero que necesitaba entrenar a un nivel más alto”.
Fue entonces cuando en el recorrido deportivo de Sara se cruzó el equipo Italika Racing: “un amigo me ayudó a contactar con Jorge Pérez, así fue como pude participar en la segunda fecha de la competición”.
Jorge Pérez, director deportivo de Italika Racing, es uno de los principales responsables de impulsar la captación de talento femenino a un nivel mundial. Jorge reconoce que el proyecto de Italika Racing es producto de un constante estudio para la formación de pilotos de alto rendimiento, a través de costos sostenibles y crecimiento constante. De esta forma, Sara hace parte de un continuo entrenamiento dentro y fuera de la pista. Por ejemplo, la colombiana frecuentemente realiza endurance (ejercicios para la mejora de la resistencia cardio pulmonar).
José Manuel Lorenzo, padre del expiloto español, y cinco veces campeón mundial, Jorge Lorenzo, es el entrenador y profesor de Italika Racing. Jorge Pérez reconoce que los logros de Italika Racing por el deporte y las pilotos son palpables cada día: “por Italika racing han pasado alrededor de 100 chicas de 28 países, y de todos los continentes”.

Mentalidad de campeona
Sara considera que sus acciones tienen consecuencias que construyen la realidad que debíamos vivir. Para la ibaguereña las decisiones no son fáciles, pero nunca se arrepentirá de lo que elige. Por ejemplo, cambiar su amor por la biología para partir y radicarse en México se convirtió en lo mejor de su vida.
Desde 2021, Sara vive en el país norteamericano y su adaptación se dio con el paso del tiempo, “siempre fue difícil alejarme de mi familia, cambiar de país. Pero ahora estoy más acostumbrada y sé que mi familia me apoya a donde quiera que vaya”.
Aquel paso que Sara dio, para avanzar en su carrera, le permitió triunfar en campeonatos de primer nivel. La ibaguereña ya tuvo la oportunidad de ser campeona nacional y latinoamericana de velocidad (2022).
No obstante, Sara consiguió un certamen inédito para nuestro país. En 2023, Sara Varón fue la primera colombiana en ganar el Campeonato Iberoamericano Femenino Monomarca Italika 500 cc, “es un campeonato en el que corrí con muy buenas pilotos. Fue un reconocimiento para el país, pues no lo teníamos. Trabajé duro para conseguirlo y estoy muy contenta por haberlo logrado”.
Aquellos son sólo algunos de los principales campeonatos en los que Sara se erigió como campeona. No obstante, un nuevo reto se acerca con una velocidad inimaginable: “La verdad, desde que me dijeron del Mundial no paro de pensar lo que significará nuestro Himno Nacional en ese Mundial”.
Por primera vez en la historia se realizará el primer Campeonato Mundial Femenino de Motociclismo avalado por la Federación Internacional de Motociclismo (FMI). Un selecto grupo de 24 pilotos se presentarán en seis circuitos y con una moto específica (Yamaha R7 de 700 CC). Sara Varón es la primera y única colombiana en la competición.
“Me alegra mucho representar a Colombia. Soy feliz por ser colombiana. Me dan ganas de llorar cuando escucho el Himno de Colombia en otro país. Me siento feliz y afortunada de representar al país”, Sara reconoce que sus raíces no se cambian por nada y que se preparará todo lo posible para dejar la bandera de Colombia en lo más alto.

Cuando la competencia termine
Sara expresa que sus logros están cimentados en esfuerzos que su ‘yo’ de 13 años realizó con todo el cariño del mundo. Almuerzos, rifas, actividades y varias ideas más se convirtieron en el motor de una piloto con metas claras, “esa niña de 13 años tiene que seguir confiando en sí misma, necesita mantener su fuerza de voluntad. Nada es imposible, ella debe dejar de lado esas personas que le repetían, una y otra vez, que nunca lo iba a lograr”.
Así como muchos quisieron frustrar sus sueños, muchos otros apostaron por la valentía de una corredora que no tenía peros, más bien, tenía una meta tan clara como su forma de ser. Sin duda alguna, su familia fue y será el apoyo incondicional en su carrera deportiva.
Wanda León y Astrid Madrigal representan una conexión que transciende más allá de ser sólo compañeras en la disciplina deportiva. Son experiencias, momentos únicos y recuerdos inolvidables lo que Sara encuentra en cada uno de sus seres queridos. Ella misma explica que el éxito no aparece de repente, este se manifiesta a través de todo lo que construiste para lograrlo.
Sara reconoce que el miedo, la presión y el estrés están presentes dentro de la práctica del deporte. Ella tiene respeto por lo que significa conducir, a altas velocidades, una motocicleta, incluso tiene un amuleto de la buena suerte que la acompaña en todas las carreras (es una manilla que le regaló su hermana).
No obstante, la ibaguereña no se detendrá hasta cumplir sus sueños deportivos y uno después del retiro: “yo quiero fundar mi propia escuela de motociclismo en Colombia. De esta forma, todas las personas que quieran aprender y practicar el deporte podrán acceder a una plataforma nacional e internacional de oportunidades”.
En muchas ocasiones, nuestra percepción de las situaciones que ocurren en nuestras vidas no permite dar el paso inicial para alcanzar los objetivos. Esto no significa que las acciones tendrán la certeza de evitar fallos o errores, expresa que necesitamos confiar y arriesgarnos a elegir lo que nos mueve y apasiona. Sara Varón puso su fe sobre las ruedas de su confiable motocicleta número 15 para cumplir sus sueños.