La niñez es la etapa de la vida que representa el inicio de la formación personal y, en muchas ocasiones, del nacimiento de los sueños. El bicicrosista Carlos Ramírez encontró en el deporte su principal apoyo para alcanzar sus objetivos y vivir de lo que más ama.
En 1994 en Envigado, Antioquia, nació ‘Carlitos‘, un apasionado soñador que, apoyado por sus padres, probó casi todos los deportes. Desde la natación hasta el fútbol, curioso por comprender las disciplinas deportivas, Carlos conoció el BMX cuando tenía cuatro años y, desde entonces, no se separó de su bicicleta.
Como muchos colombianos, Carlos buscó oportunidades en Bogotá, pues el bicicrós era su sueño y en la capital del país encontró el cupo que en Antioquia no era posible. Como un capitalino más, ‘Carlitos‘ arrancó esos pensamientos que podían causarle daño, esos comentarios negativos que le llegaban por ser un paisa representando a Bogotá.
La capital fue el hogar que lo acogió en su formación deportiva, por lo que con mucho orgullo y profesionalismo ama a Antioquia, pero compite por Bogotá. La pista de El Salitre fue testigo de lo que representa para Carlos el BMX: “es mi vida, es a lo que he dedicado durante toda la mi vida. Esta ha sido enfocada en competir, salir adelante, luchar, dejar a Colombia en lo más alto”.
En la vida todo se complementa, por lo que la felicidad no tendría sentido sin el sufrimiento y para Carlos las caídas, los golpes, las malas salidas y las lesiones hicieron parte de lo que significaba triunfar en el deporte: “al Carlos de 14 o 15 años le diría que todo vale la pena, todos los sacrificios, esos momentos duros, todas esas lágrimas, caerse y volverse a levantar, quebrarse, salir de las lesiones y perder la motivación”.
Con el paso de los años el sueño fue creciendo y consigo el compromiso por competir al más alto nivel. Carlos siempre estuvo acompañado por su familia durante todos esos campeonatos y carreras; en aquellos momentos donde parecía que las cosas no tenían sentido y que era mejor renunciar.
“Pienso que hay cosas que uno puede cambiar, pero repetiría todo ese proceso y diría que todo ha valido la pena hasta el momento y sé que seguirá valiendo la pena”, con tranquilidad, Carlos reconoce que fue gracias a ese proceso, a su familia y a su disciplina lo que es hoy como persona y que se encuentre ad portas de disputar sus terceros Juegos Olímpicos.
El doble medallista olímpico sabe cuáles son sus capacidades, hasta dónde puede llegar y porqué fue capaz de conseguir dos preseas de bronce en Río 2016 y Tokio 2020. París 2024, representa una nueva oportunidad para demostrar la experiencia que todas sus competencias le otorgaron: “es cumplir otro sueño y poder luchar por las medallas, por dejar a Colombia en lo más alto del podio. Quiero llegar muy preparado, estar listo para afrontar este nuevo reto, esa nueva competencia y luchar por ese oro, ya hemos estado en dos (Juegos olímpicos) y hemos aprendido mucho. Quiero a dejar a Colombia en lo más alto de ese podio”.
Carlos sigue entrenando con la misma pasión y motivación desde que inició, cada día está agradecido con la vida por permitirle dedicarse a lo que más ama y por tener la oportunidad de escuchar el Himno Nacional en casi cada pista en donde compite. El antioqueño es consciente del impacto que genera su ejemplo y agradece, cada vez que tiene la oportunidad, a todas las personas que le brindan su energía y apoyo para conseguir la victoria.
Con una sonrisa tan grande como la seguridad en sus palabras, Carlos se dirige a las nuevas generaciones, a esos niños y niñas que están formando su mañana y sus sueños: “luchen por sus sueños, van a aprender muchísimo en la vida deportiva, van a aprender a sacrificar cosas por algo más grande y van a aprender que todo es posible en la vida. Mucha gente dice que soñar es gratis y sí, lo es, pero hacerlo realidad cuesta muchísimo. Sueñen en grande, disfruten y den todo por sus sueños”.
El antioqueño viajará a los Juegos Olímpicos, París 2024, con la convicción de todo el trayecto que ha cumplido, con los sueños por lograr y con el amor que caracteriza tanto su profesionalismo en la pista como al ser humano que es un ejemplo a seguir.